A veces te extraño mucho.
Tanto que se me escapa la extrañitud por
entre los poros y se traduce en mal humor, en tristeza mezcla enojo,
en imparable ansiedad.
Te extraño de un modo extraño porque es en parte costumbre y modo de vida, aceptación. Es así y así ha sido siempre.
Pero
hay épocas en que se hace más evidente y la rutina que nunca fue me lo
recuerda.
Entonces tu falta ocupa las sillas, el sofá y la mesita de café. Me ocupa la cama, usa mi almohada y me destapa de noche.
Es curioso cómo hay ausencias que pueden llenarlo todo.
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