De todo un poco y de nada mucho


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8/9/11

el juego de la vida

Cuando era niña me regalaron un juego de mesa, de aquellos con tablero, fichitas y billetes al estilo bancario. Se llamaba "el juego de la vida".
Era bastante divertido, nos pasábamos rato jugando a eso.

Básicamente consistía en lo siguiente: cada jugador elegía una ficha, que en este juego tenían forma de autitos, a los que se le iban colocando pinitos en forma de personas.
Se tiraban los dados. En esa primer ronda, según la casilla donde cayera tu pinito, se te asignaba una profesión. Lo mejor era ser médico, te aseguraba un sueldo durante el resto de juego de $50.000.
El abogado ganaba $40.000, el diarero $24.000, y así...
Creo que el peor sueldo era el de empleado, $12.000.
El resto del juego consistía en ir avanzando por las casillas y haciendo lo que te iban indicando: "compraste una televisión, debes pagar $3.000", o entonces "es tu cumpleaños, cada jugador te regala $500", y así.
Claro, comparado con los juegos Wii de ahora, puede parecer una porquería. Pero en ese entonces era uno de nuestros juegos preferidos.

Casi en la mitad del tablero, te tocaba casarte, y entonces agregabas otro pinito al auto y cada jugador te regalaba dinero.
Luego de unas casillas podía tocarte que tuvieras hijos. Cada hijo era un pinito más al auto y más billetes en regalos.
Al llegar al final del tablero, se ponían todos los autitos juntos, como esperando el juicio final. Entonces se contaban los hijos de cada auto, las propiedades adquiridas, el dinero generado.
Quien tuviera más dinero, ganaba el juego de la vida.


Varias reflexiones desata este recuerdo. Sobretodo en esta época de cuestionamientos y puestas en balanza: elegí una profesión difícil. (Las hay más difíciles, de acuerdo, pero cada uno que se ocupe de sus quejas, yo voy a las mías).
Desempeñarse de forma independiente cuesta un huevo, los clientes te llenan el saco el día entero, nadie quiere gastar en honorarios, parece que lo que uno hace no tiene valor alguno. Mi profesión se prostituye día a día. Pienso: no hubiera sido mejor estudiar para contador? A todos les va bien! (No existía la casilla "contador" en el juego de la vida, será por eso que no se me ocurrió...)

Y la vida, la real, trascurrre y no hay modo de tirar los dados de nuevo. Y avanza el tablero, vertiginosamente, y todavía no estoy ni en la mitad, ya sé, pero es interesante la comparación... se siente como si estuviera jugando, y hubiera elegido este auto y este pinito.

Entonces se me ilumina una idea, se me ocurre, que por una vez la culpa no la tienen los padres! La culpa la tienen los juegos de mesa que jugábamos de chicos!
Especialmente con ese tipo de enseñanzas de que al final de todo, el que ganó más dinero triunfa en la vida. Tamaña moraleja sólo puede generar frustración!
Así quedaron las generaciones que jugaban a esas cosas...
Es evidente, acá estoy yo, quejándome de llena.

Lo bueno es que ya encontré al culpable. (Después de todo, es lo único que alivia).



3 comentarios:

Nandor dijo...

La culpa la tiene quien tira los dados...
El día que lo encuentre, le pateo el tablero a la mismisima m...
Besos Pastiche

Blá. dijo...

El juego d ela vida, baaaaah . Cada quien con su propiio juego. Apoyo a Nandor.

Sof dijo...

A quemar juegos de mesa se ha dicho! (?