De todo un poco y de nada mucho


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20/3/20

helado de vainilla

Al principio se le hacía imposible hasta levantarse de la cama. No encontraba razones, más allá de hacer callar al maldito despertador.
Su vida no pasaba de una rutina obsesiva.
Desayunaba siempre en calzones, sentado en una silla alta y apoyando el café en la fría mesada de granito rojo, la vista fija en algún detalle de la cerámica.
Su vida transcurría así, sin gracia, como helado de vainilla.
Había pasado tanto tiempo que ya no recordaba cómo ni cuándo había empezado todo.
Los recuerdos se le hacían borrosos, confusos, eternos.
Ella se había ido, sí, eso lo tenía claro, pero ¿cómo había sido la charla? ¿quién había dicho las palabras que finalmente habían terminado con un golpe de puerta?

Ya va a pasar, le decían todos. Pero seguía esperando.
Mientras esperaba recordaba sus besos y sufría, silencioso, comiendo tostadas secas para ver si le ayudaban a sacarse el recuerdo.



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