22/8/09
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cuentos
Ella esta convencida de que él hizo todo mal. Él no está de acuerdo.
Las visitas mensuales ya no son suficientes para ella. Él no quiere cambiar eso.
Así es que, después de 30 años de idas y venidas, tire y afloje, discusiones a la madrugada, golpes de puertas y platos por el aire... la decisión decanta en palabras y se pronuncia:
- Quiero que te vayas.
Ante semejante pedido, él no discute, no contradice, no pide explicaciones. Agarra sus petates y se va.
Se va lejos, bien lejos. Adonde sólo se pueda llegar después de viajar 2 días o 2 horas (depende del medio de transporte elegido).
Pasa el tiempo y las cosas van volviendo a su sitio. Donde antes habían llamadas, se hace silencio. Donde habían mails, queda el vacío. Donde habían visitas mensuales, queda la ausencia.
Un día, él llega a su apartamento después del trabajo, y encuentra evidencia, clara y concisa, de que ella estuvo ahí: en el piso hay una película tirada. En el reproductor está puesta una que él nunca hubiera elegido ver, y sobre la mesa de centro varias latitas de cerveza vacías.
Ahora él tiene una teoría. Una teoría ridícula, pero que le permite seguir adelante con certezas auto inventadas:
Aprovechándose de que él trabajaba, ella viajó 2 días (o 2 horas, él no lo sabe bien), entró a su apartamento y revisó sus cosas. Prendió la televisión, y como no había nada entretenido, prendió el reproductor de dvd. La película que estaba puesta no le gustó. Así que la tiró al piso, con maldad, típica maldad de esta mujer terca, que toma decisiones apresuradas. Eligió otra película, una malísima y mal subtitulada, y la vio tirada en el sillón, tomándose varias latas de cerveza.
Cuando la película terminó, ella apagó la televisión y el reproductor. Agarró su abrigo, la cartera, y se fue del apartamento. Trancando la puerta, por supuesto.
Y así es como él llega a la lógica conclusión, de que ella todavía lo quiere. De otro modo no hubiera viajado 2 días (el sacrificio es mayor si fueron 2 días), sólo para verse una película y tomarse unas cervezas.
Ella lo quiere, y ahora él lo sabe con certeza.
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11 comentarios:
¡por supuesto que sí!
ah, y nada de auto inventadas.
cada uno construye su realidad, a gusto, a pastiche!
Parece que él también la quiere. Parece que lo sabe, pero no sabe que lo sabe.
ah, últimamente me estoy encontrando con muchos episodios donde es tan evidente que uno vive su propia realidad.
Cruzada mundial para que la gente viva fuera de su cabeza! (si, ya se, yo soy uno de esos por momentos...pero cada vez menos!)
Claro... él no sabe que lo sabe porque uno tiende a no crear hipótesis sobre uno mismo.
De todos modos el la querría si ella no lo quisiera. Como ella lo quiere (según su conclusión) entonces él ya no tiene que quererla.
Es confuso el comportamiento humano...
uu, histeria. Algunos se conforman con el querer unidireccional, que bobos
la gente es más feliz así...
dejalo
Yo tengo algunas hipotesis:
Hipotesis 1: esto me suena a un gran sueño, más bien pesadilla (o no), provocada por la gran ingesta de alcohol (suponiendo que las latitas son de cerveza con alcohol) y una pelicula destrozada a causa de una mala elección... en su tercer fase de dicha ingesta alcoholica (violencia). Luego pasó a su cuarta fase y a cualquier momento despertará con la quinta, una resaca de aquellas... sin alcohol, sin pelicula... y lo peor, sin ella.
Hipotesis 2: digamos que es real, a mi parecer, lo que ella realmente quiere, son sus cervezas, no a él.
Hipotesis 3: cambio la pelicula por una persona; la acción de tirarla y destrozarla, la asimilo al encuentro fortuito de una baldosa; y por último, las cervezas, las cambio por chocolates... me suena conocida esa historia; una libre adaptación quizá.
Salud CP!
me resulta un tanto familiar la historia.. la vida se repite en bucle
estimado emix
linda palabra "bucle".
yo pienso que la vida se repite, pero en forma de espiral áurea.
qué tal?
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