De todo un poco y de nada mucho


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12/11/09


A un año de haber vuelto, y a modo de homenaje, dejo acá un cuentito que escribí en su momento...

Nepal

Eran las 5.30 de la mañana cuando me desperté agitada y transpirando. Estaba en Katmandú. Habíamos viajado mucho el día anterior y habíamos llegado tarde al hotel. No habíamos visto nada de la ciudad todavía.

Me levanté, aún dormida, y recorrí la habitación buscando el frigobar. El cuarto donde me habían alojado pertenecía a una persona importante, un director ejecutivo o algo así, y por lo tanto tenía ciertos privilegios. Para empezar, era enorme. Tenía una sala con mesa y sillones, placar, cama king size, otra mesa y más sillones. Los muebles eran todos en madera tallada con arabescos y animales y con incrustaciones de nácar. Frente a la cama, un ventanal me mostraba las azoteas de las casas cercanas. Entraba un viento cálido y suave.

El desayuno empezaba a las 6 así que decidí esperar despierta.

Todavía me sentía mareada, confundida. Había viajado mucho y no entendía muy bien ni qué día era ni mucho menos dónde estaba.

Desayuné y me informaron que al medio día habría una excursión. Antes de eso, quise salir a buscar un cyber. Tenía tanto sueño que caminaba por las calles como flotando, sin darme cuenta de dónde estaba. En un momento, no sé bien por qué, me cayó la ficha, fue como si me despertara de golpe y me encontrara a mi misma tele-transportada en esas callecitas… “estoy en Nepal !!”- pensé. Y se me erizó la piel. Fue una sensación muy rara. Y no paró de serlo. Durante todo el tiempo que estuve ahí no lo pude creer. Me lo repetía una y otra vez “estoy en Nepal”, pero aún así me costaba incorporarlo.

Las personas, los comercios, el olor y los ruidos. Sensaciones que se me fueron colando por los poros, que me fueron despertando de a poco. Y que se fueron quedando. Mientras yo seguía repitiendo en mi interior “estoy en Nepal…”

Después de un rato de caminar y observar, tratando de recordar cada aroma, cada sensación, cada todo, decidí volver al hotel. Todavía faltaban un par de horas para la excursión, así que aproveché a acostarme un ratito más.

A las 5.30 me desperté, agitada y transpirando. Estaba en casa, en Montevideo. En mi cuarto de siempre, con mis cosas de siempre. Y entonces comprendí por qué estaba tan agitada… Nepal se había colado entre mis sueños. Nepal seguía en mí. Y ya no tenía que repetírmelo, yo también estaba allá.



9 comentarios:

Anónimo dijo...

Uhh... Nepal. Como para que no se cuele en los sueños. Yo tengo una cuenta pendiente enorme con Asia en general, y con Camboya y Vietnam en particular. Lo bueno de los sueños, en definitiva, es que permiten también saldar esas cuentas a veces.

El viento a contramano dijo...

Qué lindo Pastiche!!!!

Uno a veces no abandona nunca cierto lugares. Se le prenden a la piel cual sanguijuela... y ahí se quedan, y no hay Cristo que los desprenda... los recuerdos, que lindos son algunos de los recuerdos.

Un saludo grande, che... me gustó mucho este post... ahí nos leemos... que estes bien!!

nany dijo...

Paaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
Increible! lejos lejos, Nepal de los mejores recuerdos!, por unos segundos mientras leia me teletrasnporte al lugar, estaba ahi!, con el cyber a poca luz y con un calor inmenso.....

DINOBAT dijo...

Vivimo aquí, sentimos allá...

wattanaii dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
wattanaii dijo...

www.flickr.com/photos/marcelobertolini/2910345433/in/set-72157607770048274/

chica pastiche dijo...

aaaah hermosa foto wattanaii
es la casa de la niña diosa?

wattanaii dijo...

Eso lo deberías saber vos...

Blá. dijo...

sentir= vivir.

lo viviste ;)