De todo un poco y de nada mucho


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2/8/09

Itadakimasu

Cuando estuvimos en Japón, como es de suponer, no entendimos mucho del idioma. Pero sí nos esmeramos en aprender ciertas palabras o frases, como: "hola", "gracias", "si", "no", "chau" y ese tipo de cosas.

Los japoneses hablan como cantando. Es muy lindo escucharlos hablar. Fue muy lindo haber estado ahí, para escucharlos tan cerca, tan reales...

Pero esa no es la historia.

La historia es, que todas las noches que estuvimos en Tokyo nos íbamos a cenar a algún "bolichito" de una calle cerca del hotel. Era una calle bastante transitada, con lucesitas en los árboles y muchos de estos "bolichitos".

El sistema era siempre el mismo: al entrar, una máquina de menú te recibía con las diferentes opciones. Estaba la línea de las carnes, la de los arroces, la de los acompañamientos y la de las bebidas.

Luego de que elegías tu combinación, la máquina te calculaba el precio. Ingresabas los billetes o las monedas, y la máquina te daba un tiquecito, del tamaño de un boleto de ómnibus.

Con eso pasabas a la barra y te sentabas. No hay mesas en estos lugares, sólo barras con banquetas. Es que los japoneses están siempre muy apurados. Nadie se sentaría a comer, sería una real pérdida de tiempo.

Así que te sentabas en la barra y el mozo te pedía el ticket, con el cual preparaba tu cena. Siempre, no importaba la combinación que hubieras elegido, te ganabas un huevo crudo como aperitivo. Huevo crudo que nunca comimos. Huevo crudo que mi amiga una vez intentó hacer que se lo cocinaran, sin éxito alguno, porque los japoneses en general, por raro que esto suene, no hablan inglés.

La comunicación se hacía difícil, limitada, frustrante incluso. Más que nada para ellos, que son tan serviciales y quieren ser tan amables. Y no pueden entenderte ni hacerte entender. Se les nota en la cara la impotencia. Se bloquean. Te miran fijo y no saben muy bien qué hacer. Así sucedió la vez que mi amiga quiso que le hirvieran el huevo.

Pero esa tampoco es la historia.

La historia es que todas las veces, en esas noches que nos íbamos a cenar no como turistas, sino como japoneses, escuchábamos al mozo gritar, una y otra vez, cada 5 o 10 minutos, algo así como "itadakimáaaasu". No era molesto, no era gracioso, simplemente era desconocido. Intrigante. No entendíamos qué quería decir, si debíamos decir algo también, cómo debíamos actuar. Recuerdo alguna vez habernos burlado de esa fracesita. Risitas inmaduras o nerviosas tal vez.

Mirábamos a los costados, nadie contestaba y nadie se inmutaba tampoco. Siempre el cantito: "itadakimáaaasu"

Lo olvidé después. Lo olvidé cuando crucé el mar amarillo. Lo olvidé durante el resto del viaje. Pero no lo había olvidado del todo, en algún punto de mi memoria siguió latiendo, constante, intacto, hasta ayer.

Y esta sí es la historia: ayer vi una película japonesa, no importa el nombre ni la trama, importa que por primera vez desde que dejé Japón, volví a escuchar ese cantito tan familiar: "itadakimáaasu". Mis sentidos se dispararon, y entonces una sonrisa inevitable se plantó en mi cara. Ahi en la pantalla, en arial y en color blanco, estaba la respuesta a una pregunta que nunca formulé, por pereza, por falta de curiosidad o simplemente por olvido. Los subtítulos revelaban el significado de itadakimásu, quería decir "buen provecho".

Perdida en la traducción, no había entendido que todas esas veces, antes de comer mi cena, el mozo me estaba deseando, nos estaba deseando, que tuviéramos buen provecho.

Y me entró una nostalgia extraña, inexplicable. Quise volver atrás a esas noches, quise vivirlo de nuevo para poder responder como era debido. Poder decir "arigató", o sonreír al menos...

Y esta entonces es la historia, de cómo perdí ese momento, de cómo se me pasó, y de cómo la enseñanza me vino más de un año después, cuando distraída y de manera fortuita, me puse a ver una película cualquiera en una noche como tantas más.

12 comentarios:

alejandro dijo...

y de a poco un viaje que decanta en palabras. Itadakimas, un capítulo. Ya llegarán los otros. Siete, o setenta veces siete.
Arigató, Chica Pastiche. Arigató.

¡Jotapé! dijo...

Muy buena historia, y qué bien contada. Me pasaron y recomendaron una película medio chinchulina que se llama Old Boy, pero todavía no la vi, igual confío en el criterio del que la recomienda. ¡Saludo!

chica pastiche dijo...

Habrá que verla entonces.
Confío en el criterio del que confía en el criterio de quien se la recomendó.

nany dijo...

justo en esta epoca cuando a uno ya se le paso el vertigo y se da cuenta de cuanto disfruto (mas de lo que la conciencia registro) y ya quiere volver a arrancar, cuando ve el cartel en facultad que dice "quienes quieran viajar con la generacion' 03 bla bla bla!, hacer un recuento de estos detalles alimentan el alma y le saca a uno la mejor sonrisa, arigato amika!

Fede dijo...

maldita torre de babel, tantos problemas nos trajo!

Igual, a veces cuando entendés todo se pierde un poquito de magia...si lo hubieras entendido perfectamente tal vez no te habría llamado la atención.

chica pastiche dijo...

Amika... por el contrario, creo, que el vértigo recién comienza.

Fede, en una cosa puede que tengas razón (no en lo de la torre jeje). Lo mágico fue haberlo descubierto recién ahora. Y me pongo a pensar, cuántas otras cosas habré dejado por el camino, cuántas me faltan caer todavía. Mañana, el mes que viene o dentro de quien sabe cuantos años.

Revolución En Los Corazones dijo...

ay, que hermoso que hablés así de una sociedad de la cual desciendo :D sí, mi bisabuelo era japonés♥ conocí Japón pero cuando tenía 2 años y aprendí incluso el idioma antes que el castllano, tengo libros de cuentos en japonés y me encantaría ponerme un poco las pilas y aprender a leer/hablar/escribir.

Unknown dijo...

Bien contado!!, seguro todo pasa por algo... quedo un itadakimaas para la vuelta ....

Anónimo dijo...

Es increíble como las cosas pasan como en una cinta... y se alejan... y uno quiere cambiarlas...y se fueron.

Pablo G. dijo...

Es lo mágico de los viajes, no? Aún después de terminados siguen enseñando.

En Catalunya me pasó algo similar, con el catalán. Cuanto más lejos te vas de Barcelona, el catalán se hace más cerrado, y la aceptación del español (y ni hablemos del inglés) baja considerablemente. Así aprendí a decir bar, gracias, buenos días, de nada, y murciélago, qué quizás es difícil de estructurar en una oración coherente... pero es lo que hay.

Saludos!

Nandor dijo...

"doumo arigato gozaimasu" Chica Pastiche.

Diario 2011 dijo...

Jajaj muy amena historia.

Me gustaría que hagas una lista en que la que explicites los países que visitase... pedazo de globber trotter.