De todo un poco y de nada mucho


Este blog ha sido creado en honor a todos los pastiches del mundo.
Bienvenidos y no olviden dejar sus zapatos en la entrada.
Gracias.



27/4/10



Era un broche de pelo. Si uno lo miraba así, con esa visión de humano-sabelotodo, no veía más que eso: un broche de pelo.
Chiquito, con una pata un poco rota, y de un color dorado que ya empezaba a perder sus brillos.

Pero él era mucho más que eso: era un broche con ambiciones.

Y como todo broche con ambiciones, no se contentaba con estar el día entero sosteniéndole los pelos a una arquitecta mediocre del barrio Cordón.
Así es que empezó a planear su propia aventura.
Durante un tiempo observó, escuchó, leyó. Desde las alturas donde estaba situado, podía ver los mails, chusmear los chats, escuchar las conversaciones telefónicas.
Fue tejiendo situaciones, esperando el momento exacto, hasta que lo vio materializarse. Y entonces, comenzó la actuación.

El primer paso de su masterplan, puede parecer casual, pero estaba perfectamente craneado.
Sucedió una noche, allá por el mes de octubre, hace ahora seis meses.
La dueña del broche visitó a una amiga, se pusieron al día, escucharon música, comieron empanadas y tomaron vino.
El broche dorado observaba, atento, esperando el golpe.
No sabemos cómo lo hizo. De algún modo sedujo a la amiga, (algún tipo de poder hipnótico de los broches), y ella se vio tentada a agarrarlo. Sin decir nada, la amiga se apoderó del broche.

Al día siguiente, la dueña notó que sus pelos estaban demasiado sueltos. Uh! el broche! recordó. Lo habré perdido?. Entonces le preguntó a su amiga, si por casualidad el broche había quedado en su casa la noche anterior. La amiga respondió que sí, en realidad te lo robé, es que me gustó mucho...
La dueña lo reclamó y exigió su devolución, sin éxito alguno.

Al poco tiempo, la amiga cleptómana inició un viaje por el mundo.
Preparaciones, aprontes, despedidas. La amiga se fue. Pero no se fue sola. En su cartera, prendidito con toda la fuerza que su resorte le permitía, el broche dorado la estaba acompañando.

Su plan cobraba vida. Tanto husmear correspondencia ajena, le había servido para enterarse del viaje de esta amiga. Sólo tuvo que esperar el momento adecuado, y por supuesto, utilizar sus dotes de conquista.

Durante cinco meses, el broche dorado paseó por el mundo. Se bañó en las playas de Cancún, tomó sol en Punta Cana, paseó por Times Square, visitó coffe shops en Amsterdam, vio nevar en Londres y se fue de tapas en España. Coqueteó con otros broches en los mercados de la China, se volvió místico entre las calles de Nepal, y rezó en la mezquita azul. Visitó museos, recorrió castillos, trepó montañas y se tiró en paracaídas. Siempre agarradito, allá arriba, mirando el mundo y absorbiendo cada imagen.
Hasta que finalmente, llegó la hora de volver.

Hace una semana, la amiga viajera y la dueña del broche, se encontraron para ponerse al día, nuevamente.
Hablaron del viaje, comieron empanadas y tomaron un vinito.
En un momento, no sabemos cómo lo hizo, el brochecito se asomó por entre los pelos de su compañera de viaje. Quería ser visto, quería regresar a su hogar de origen. La dueña lo vio y se llenó de alegría mi broche! ahí está! cómo lo extrañé todo este tiempo!
La amiga viajera y cleptómana no tuvo más opción que devolverlo.

Y así, el broche dorado, que ahora brilla más que nunca, volvió a los pelos de la arquitecta en el barrio Cordón, a observar día tras día el mismo paisaje, las mismas caras ir y venir, los mismos problemas, distintas alegrías.

Pero él ya es otro. Él estuvo donde ningún otro broche ha soñado estar.
Conserva a flor de plástico las experiencias de un viaje inigualable.
Algo es seguro: jamás volverá a ser un simple broche de pelo.

9 comentarios:

Ottar13 dijo...

"...a flor de plástico..."

Muy lindo relato, iluminaste mi día de hoy Pastiche. Un saludo.

chica pastiche dijo...

dedicado al niño pastiche que todos llevamos dentro jeje.

es que estoy por ser tía (como 3 veces, parece que todos se resolvieron a procrear, no sé) y me está dando por los cuentos infantiles.

:)

Gestuno dijo...

No sé bien por qué, pero me parece tremendamente genial =D

Salu2.

Unknown dijo...

Chiquitina pastiche me encantó!!!

Es verdad, jamás volverá a ser el mismo, pero a pesar de todas las experiencia vividas, volvió!!!
eso no pasa todos los días... amén

Elevalunas Ecléctico dijo...

Yo, en cambio, sigo esperando, y nada me retorna. Ni siquiera un mechero.
Claro, que tampoco me extraña.

Bonito cuento, Pastiche

chica pastiche dijo...

Gestuno, sea usté más que bienvenido a nuestro blog. Tome asiento por acá.
Visité sus 6 blogs, y a cuál me gustó más!!
:P

Chiquitina, me alegra que aún conserve el espíritu de niña. :)

Elevalunas, tranquilo mijo, un día le llega.

saludos pa´todos!
cp.-

Ricardo Miñana dijo...

Excelente el relato, un placer
leerte, feliz semana.

El viento a contramano dijo...

ay, Patische, su broche es todo un viajero... mire, si no lo cuida, esté segura de esto... la próxima, se le va solito de parranda, jaja...

Hasta luego, Srta "arquitecta del barrio Cordón"... y no se mediocrice, quiere... :)

chica pastiche dijo...

Gracias Ricardo! Bienvenido siempre.

Viento, el broche volvió solito, así que ahora es más mío que antes :)